sábado, 11 de octubre de 2008

Trancando cañerías

Y nos fuimos una tarde de verano (si es que me acuerdo bien) al Parque San Martín. La casa de mi amiga quedaba a pocas cuadras, así que íbamos a jugar un rato, los tres, siempre los tres. Eliana, Tomás y yo. Era un sábado si no me equivoco. Pasa que habíamos salido juntos desde la casa de mi amiga, con unas cuantas mandarinas en mano para ir comiendo en el camino (cruzás la esquina, y llegaste). Y los tres embarrados, como los típicos pequeños que no saben ni comer un caramelo sin ensuciarse. Así, tal cual. Y llegando ya, al sector donde estaban las bicis para alquilar (las mandarinas casi terminadas), un toco de moscas asquerosas nos empieza a seguir. Se supone que era producto del olor a cítrico que portábamos. Al menos eso es lo que yo creo. Bueno, la cosa es que gritábamos para que no nos persiguieran, obviamente, sin conseguirlo. Y yo, como siempre (actualmente no, sino que antes), con una ''cola de caballo'', en cambio Eliana, con todas sus mechas al viento, todavía que era una enana y las tenía hasta el denominado ''culo''. Que otra cosa mejor podían hacer las abejas, moscas, no sé, que estorbarnos el ''mate''. Si, nada mejor que eso. Y ella, que estaba con el pelo libre, lloraba como una gila, pidiéndonos ayuda. ''Pero si no tenés nada, las moscas ya se fueron'' (nos daba asco sacárselas del enredo tremendo de pelos que tenía. ''Vamos a la montaña rusa del parque de diversiones, ya vas a ver como vas a terminar sin nada de moscas''. La bien boluda, se creía todos nuestros versos. Y suben ellos dos a la montaña. Yo abajo cagándome de risa de ver sus mechas que volaban. Pero no, no había caso, seguía llorando. Y lo único que decía era ''ahora me voy a mi casa, me meto en el baño, y me lavo 17 veces la cabeza''. Y bueno. Nada. La cuestión es que ese fue uno de los más lindos días vividos en la infancia, que a pesar de no haberla pasado tan bien, ahora nos acordamos los tres (que seguimos siendo grandes amigos), y nos reímos un rato. Después de todo eso no me acuerdo que hiso cada uno, si nos fuimos a nuestras casas o qué. Pero lo que sí me acuerdo, es que Eliana me llamó, asegurándome haberse lavado el ''mate'' un montón de veces, y diciéndome que ya estaba liberada. Sí, una bañera trancada de moscas
. Así es.